Palabras de espiritualidad

Las palabras de un santo para atraer a la fe a un joven ateo

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Todos vienen a orar a la tumba de San Serafín, pidiendo el auxilio necesario para aprobar sus exámenes, y todos reciben una ayuda excepcional, la cual no solamente se manifiesta en los exámenes, sino que también se refleja agradablemente en sus almas.

Se sabe que el sepulcro del padre Serafín es visitado, ante todo, por grandes cantidades de alumnos y estudiantes universitarios. Todos vienen a orar, pidiendo el auxilio necesario para aprobar sus exámenes, y todos reciben una ayuda excepcional, la cual no solamente se manifiesta en los exámenes, sino que también se refleja agradablemente en sus almas.

Un estudiante del segundo año de la carrera de Medicina visitaba con mucha frecuencia la tumba del padre Serafín, implorando su ayuda para avanzar en sus estudios. Aquel joven provenía de una familia atea y ni siquiera había sido bautizado. Un día, después de haber orado de rodillas en dicho lugar, besó la lápida de mármol y se levantó. Repentinamente, vio que frente a él se hallaba el anciano Serafín, de pie, como si viviera. El padre lo bendijo y le ordenó: “¡Bautízate y aprende a ayunar!”. Después, desapareció.

El estudiante sintió un profundo estremecimiento ante lo sucedido. Así, lo primero que hizo fue ir a llamar a su tía, quien vivía lejísimos, pero era una persona muy creyente, y le pidió que fuera su madrina. Pocos días después, el joven fue bautizado en la iglesia del Santo Mártir Panteleimón, de la zona de Kneajevo.

Después de haber vivido un milagro como ese, el joven les decía a todos que sería capaz de soportar hasta los peores tormentos, incluso la muerte, sin que hubiera quien lograra hacerle dudar un poco de su fe en la vida eterna.

(Traducido de: Viața, minunile și învățăturile Sfântului Ierarh Serafim Sobolev, făcătorul de minuni din Sofia, Editura Adormirea Maicii Domnului, București, 2003, pp. 144-145)