Palabras de espiritualidad

El don del sacerdote en la celebración de la Divina Liturgia

    • Foto: Florentina Mardari

      Foto: Florentina Mardari

“No te asustes, hijo”, le dijo la señora. “Todos los sacerdotes se elevan un poquito cuando celebran la Divina Liturgia”.

Un domingo como cualquier otro, la señora Constantina Brebu fue con su pequeño hijo a la iglesia de San Eliseo, en donde era párroco el padre Nicolás Planas. Durante toda la Divina Liturgia, el niño permaneció en el Santo Altar.

De repente, la señora vio al pequeño salir del Santo Altar, con el rostro lívido y haciendo un gesto de profundo asombro. Se inclinó para recibirlo en sus brazos, y él le dijo al oído: “Mamá, el padre Nicolás no tiene los pies en el suelo… Está como flotando en el aire, más o menos a esta altura”, y, al decir esto último, puso la palma de la mano extendida junto a su rodilla.

El niño tenía ocho años. “No te asustes, hijo”, le dijo la señora. “Todos los sacerdotes se elevan un poquito cuando celebran la Divina Liturgia”. Después de asentir con la cabeza, el niño volvió tranquilamente al Altar.

(Traducido de: Monahia Marta, Sfântul Nicolae Planas ocrotitorul celor căsătoriți, Editura Evanghelismos, București, 2008, pp. 45-46)